jueves, 31 de enero de 2013

Pretty in Pink


Y en un pequeño ataque de locura para empezar el año de otra manera fui a la peluquería.

Y la oftalmologa me dijo que tengo que leer con éstos.

 

martes, 29 de enero de 2013

Noche entre chicas


Regalo de Dalia
Una de las resoluciones para éste 2013 es ver más seguido a mis amigas y no descuidarlas tanto como suelo hacerlo.

Procrastination


Cosas que he hecho éste verano con tal de no estudiar:
  • poner cada especia que tengo en un frasquito de vidrio con una etiqueta
  • comprar más especias para los frasquitos
  • pedir cita con doctores para más o menos todas las partes del cuerpo
  • idear todo un plan de limpieza para la casa basado en la alternancia de tres listas de tareas (somos 3 en casa) que haremos cada domingo
  • cortarme y teñirme el pelo
  • ordenar todas las bibliotecas del cuarto de mi novio y sus placares
  • ver mucho más a mis amigas
  • ordenar todos los cd de mi viejo por país de provenencia del autor 
El verano pasado pinté todo mi cuarto violeta de blanco, hubo que vaciarlo, lijar todo, etc...


lunes, 28 de enero de 2013

Sombras

Hay un sueño que se me repetía mucho en mi infancia: veia un chico (y ese chico, hecho curioso, era yo mismo, y me veía y observaba como si fuera otro) que jugaba en silencio a un juego que yo no alcanzaba a entender. Lo observaba con cuidado, tratando de penetrar el sentido de sus gestos, de sus miradas, de palabras que murmuraba. Y de pronto, mirándome gravemente, me decía: observo la sombra de esta pared en el suelo, y si esa sombra llega a moverse no sé lo que puede pasar. Había en sus palabras una sobria pero horrenda expectativa. Y entonces yo también empezaba a controlar la sombra con pavor. No se trataba, inútil decirlo, del trivial desplazamiento que la sombra pudiese tener por el simple movimiebto del sol: era OTRA COSA. Y así, yo también empezaba a observar con ansiedad. Hasta que advertía que la sombra empezaba a moverse lenta pero perceptiblemente. Me despertaba sudando, gritando: ¿Qué era aquello, qué advertencia, qué símbolo? Cada noche me acostaba con el temor del sueño. Y cada mañana, al despertarme, mi pecho se ensanchaba de alivio al comprobar que, una vez más, había escapado de aquel peligro. Otras noches, en cambio, llegaba el momento terrible: nuevamente veía al chico, la pared y la sombra; nuevamente el chico me miraba con gravedad, nuevamente pronunciaba sus singulares palabras y nuevamente, en fin, después de observar yo con ansiosa expectativa la sombra de la pared, veía que empezaba a moverse y a deformarse. Entonces despertaba sudando y gritando. El sueño me atormentó durante años, porque comprendía que, como casi todos los sueños, debía tener un sentido oculto y que, en este caso, era el anuncio indudable de algo que alguna vez tenía que sucederme. Ahora bien: no sé si aquel sueño fue el anuncio de lo que más tarde me sucedió o si fue su comienzo simbólico. La primera vez fue hace muchos años, cuando yo tenía menos de veinte años y dirigía una banda de asaltantes (luego veré si cuento algo de esa experiencia). Tuve de pronto la revelación de que la realidad podría empezar a deformarse si no concentraba toda mi voluntad para mantenerla estable. Temía que el mundo que me rodeaba pudiera empezar en cualquier momento a moverse, a deformarse, primero lenta y luego bruscamente, a disgregarse, a transformarse, a perder todo sentido. Como el chico del sueño concentré toda mi fuerza mirando esa especie de sombra que es la realidad que nos rodea, sombra de alguna estructura o pared que no nos es dado contemplar. Y de pronto (estaba en mi cuarto de Avellaneda, felizmente solo, tirado en la cama), vi, con horror, que la sombra empezaba a moverse y que el viejo sueño empezaba a cumplirse en la realidad. Sentí una especie de vértigo, perdí el sentido y me hundí en un caos, pero al fin logre salir a flote con enorme esfuerzo y empecé a atar los trozos de la realidad que parecían querer irse a la deriva. Una especie de ancla. Eso es: como si me viese obligado a anclar la realidad, pero como si el barco estuviese compuesto de muchos pedazos separables y fuese necesario primero atarlos a todos y luego largar una formidable ancla para que el todo no fuese a la deriva. Por desgracia, el episodio volvió a repetirseme, y con fuerza mayor. De pronto sentía que empezaba el deslizamiento y luego la disgregación, pero como ya conocía los síntomas no me dejaba entrar, tal como me había sucedido la primera vez, y de inmediato comenzaba a trabajar con toda mi energía. La gente no comprendía lo que me pasaba, me veía concentrarme con mi mirada fija y ajena, y creía que me estaba volviendo loco, sin comprender que era al revés, precisamente al revés, puesto que merced a aquel esfuerzo lograba mantener la realidad en su sitio y en su forma. Pero a veces, por mas intensos que fuesen mis esfuerzos, la realidad empezaba a disgregarse poco a poco, a deformarse, como si fuera de caucho y enormes tensiones la solicitaran desde los extremos (desde Sirio, desde el centro de la Tierra, desde todas partes): una cara empezaba a hincharse, de un lado se inflaba un globo, los ojos se juntaban poco a poco, la boca se agrandaba hasta que reventaba, mientras una mueca horrible iba desfigurando el rostro.

Ernesto Sabato




Batalla con él

Oliverio Girondo

Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana. Burlándome de la idea que acabo de asir. Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos. Complicándome la presencia, tendría que estar leyendo, no tocando botones. Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas. Desatándome el pelo y volviéndolo a atar. Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón. Escuchando el primer concierto para piano de Liszt por Richter. ¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo, Fantaseando sobre dejar correr la fantasía. Gustándole al vecino de enfrente (muere maldito, muere). y cuál será la intención de los papeles que se arrastran en los patios vacíos? Horrorizada por el desorden en mi habitación. Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras, Indiferente por una nueva adquisición que costó más que el piano que busco hace un año. y en que las cañerías tienen gritos estrangulados, como si se asfixiaran dentro de las paredes. Jactando pereza. Kindergarten. Lucidamente torpe, acabo de tirar un vaso al piso. A veces se piensa, al dar vuelta la llave de la electricidad, Meditabunda mente infantil. Negando el hecho de que algunas cosas ya no me andan más. en el espanto que sentirán las sombras, Ñoquis. Ordinariamente incapaz. Preguntándome que decisión tomar a fin de año. y quisiéramos avisarles para que tuvieran tiempo Queriendo agradecer a la buena persona que escribió el mail que acabo de leer. de acurrucarse en los rincones. Y a veces las cruces de los postes telefónicos, Roñosa gente, de los buenos ya no quedan tantos. sobre las azoteas, tienen algo de siniestro y uno quisiera rozarse a las paredes, Sin tiempo para darle tiempo a estupideces (¿ja pero a este artículo si?) como un gato o como un ladrón. Noches en las que desearíamos Tarareando el segundo movimiento. Untando mendicrim sobre pan negro. que nos pasaran la mano por el lomo, Vagabundeando por internet, a ver si me entero de algo de este tal Joe Hisaishi. y en las que súbitamente se comprende Western. Xerografía de una factura para mi madre. que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme. Yaciendo sobre una bufanda llena de pochoclo de Inception. Oliverio Girondo. Zanjando a mi hermana o zaguán, zumbar, zarpar, zancadilla, zapatilla, zonzo, zócalo, zigzag, zarandear y zozobra; palabras que me gustan con zeta.

Yo entre línes de Oliveiro Girondo.

Invierno 2012



Me gusta ese momento por la mañana en el que es de noche y está oscuro. Ese momento en el cuál se desprenden una por una las nubes de humedad de la cama y lo primero que uno ve son las luces fugitivas detrás de las ventanas empañadas. El frío que amenaza más allá de las frazadas y el único silencio paréntesis del día. 

Algo mío

Entonces, caminando por alguna calle la luna, llena supongo, se alejaba de mí retrocediendo. Intentando alcanzarla atravesé miles de telones de papel celofán de todos los colores. Se me pegaban a la piel por el calor y a veces me tapaban la cara. Se me hizo difícil respirar bien.

Citas


La música: un bombón para inflar almas. Las almas hipertrofiadas, convertidas en grandes globos, flotan bajo el techo de la sala de conciertos chocando unas contra otras en un increíble tumulto.

 Kundera

domingo, 27 de enero de 2013

Tendinaitis yeah!


El nuevo sistema de alivio con frío creado por mi hermano

Tengo tendinitis hace ya más de un año y medio. Es la inflamación del tendon o algo así. Hace que te duela o se te inflame la zona donde tenés. En mi caso el codo, el antebrazo y sobretodo, la muñeca. Se supone que se produce por la repetición de un movimiento indebido (sobreuso), haciendo movimientos repetitivos continuamente sin una debida postura.
Mi caso es que toco el piano y un nuevo profesor de la facultad me cambió la técnica y la postura hace un año y medio. Desde entonces lo maldigo casi todos los días porque no tocaba tan mal, con una técnica más o menos aceptable y una rapidez poco normal para el tiempo que llevaba estudiando. Ahora no toco casi nunca, aprobé raspando la cursada de Piano II y me duelen las muñecas cada vez que tengo que usar el instrumento.
Los diferentes traumatólogos que consulté me aconsejaron reposo, antinflamatorios, mucho hielo y sesiones de kinesio pero nada funcionó. (Hice miles y miles de sesiones de kinesiología)
Intenté reflexología y acupuntura, resultando bastante bien ésta última. Todos las personas con las que hablé que tuvieron tendinitis me aconsejaron hacer acupuntura, a mucho los ha curado. Ellos también me han desprestigiado completamente la medicina tradicional por su inutilidad ante el problema.
De hecho pasé por dos acupunturistas: uno, el señor Matsushita, japonés, que atiende en Palermo, me cobró cada sesión de 40 minutos como si me bañara en oro, pero el dolor se alivió un poco y el señor Ling, chino, que atiende en Belgrano, en el barrio chino sobre la calle Mendoza y la vía. Me lo recomendó un amigo de la facultad, no cobra caro y hace que uno entre llorando a su local porque sabe desde la segunda sesión que va a sufrir. A pesar de sus masajes-tortura me ayudó mucho y el dolor me fue dejando en los días que no usaba el piano. (Me duelen las muñecas hasta cuando sostengo una taza)
Valoro mucho a éste señor porque me explicó en un chino-argentino muy extraño que mi problema ya no está en las manos, si no en mi postura, y que ésta es la que originó todo este lío. Me contó que lo único que podía hacer él es aliviarme pero que nunca se va a ir del todo la inflamación a menos que empieze a pararme y sentarme de otra manera.
Por ello mañana voy a llamar por teléfono a una Clínica de la mano de músico que me han recomendado. Parece estar compuesta por un staff de traumatólogos, kinesionologos especialilzados en diferentes intrumentos e intérpretes. Un amigo al que le va muy bien ahí me conto que se encargan de cada caso por separado y explican desde el principio que el proceso será lento ya que hay que reeducar la postura del músico para que luego de curarse a uno no le pase nunca más esta pesadilla.
Imagínense lo que es sentir un pequeño dolor en sus muñecas cada vez que sostienen algo más pesado que un pequeño celular.
Ya les contaré como me ha ido.

Ya estoy un poco grande para esconderme detrás de la cómoda de mis padres. 

De todas maneras salí para despedirme de aquel que se iba pensando que yo me había ido. 

Igual salí.




Aquí empieza, hoy 27 de enero del año 2013.



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